A veces siento esta densidad verbal en mi cabeza
que no me deja, no me deja hacer otra cosa que no sea, ésto. Escribir.
Tengo un amor que me compró un cepillo de dientes, tengo un amor al que nunca toqué y que planta plantas con mi nombre.
Hay un poco de humedad y me dan impresión las hormigas, cuando se trepan así, en malón, a las cosas y las cubren. Y parece como si el objeto tuviera movimiento, una piel de exoesqueletitos histéricos, lo están matando, con sus ácidos.
Hoy aprendí en biología que gracias a la corteza cerebral, tenemos lenguaje y cultura.
Yo no podía dejar de imaginarme monos vestidos de Gucci en un universo paralelo de distancias cortas y caminables.
Hoy ví un tacho de basura que chorreaba algo negro, ví manteca explotar en el microondas, ví hacerse la espumita en el café.
Ví el esmalte de mis uñas cuando le pega el sol, me olí el pelo, transpiré, me ensucié bastante, tosí un poco.
Hoy no me peleé con nadie y sonreí mucho, y cuando me bañé, se me puso roja la piel, un toque.
Hasta mañana Agustina.
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